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Soja, un garbanzo más

Al final resulta que Europa va a ser algo más que el retiro dorado de los políticos que fracasan en sus países. El balneario-todo-incluido también llamado Unión Europea me ha dado una alegría, a través de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Resulta que la soja no hace todo lo que dicen muchos que hace. Ya puedo mandar a paseo a cuantos me asalten para que consuma sus productos con la omnipresente soja.

Ni reduce los niveles de colesterol ni es buena para la menopausia ni ayuda a prevenir la descalcificación ósea ni protege contra la oxidación celular ¿Le queda algo bueno a la soja? Vaya época la que nos ha tocado vivir… cuando menos te lo esperas ¡zas! toma recorte. Ni la soja han respetado. La han dejado con menos atributos que un Orfeón de castrati.

¿Qué va a hacer ahora esa legión de integristas de la soja? Me da mucho miedo, pero me imagino a las hordas de menopáusicas acaloradas, abanico en ristre, buscando su chute de isoflavonas en el mercado negro. Pobres yonquis de la Cañada Real. Con lo cómodo que era juntar para una kunda y hacer una chute-excursión. Que se olviden. Les van a sacar a empujones maduras histéricas capaces de matar con tal de limpiar sus arterias y evitar las roturas de cadera.

El nuevo negocio está en el tráfico de todo lo que pueda llevar soja. ¿Un plato de soja? No, así no interesa. Comerte un plato de habas de soja no tiene ninguna gracia. Los soji-yonquis necesitan que la soja esté cortada, como la heroína. Mezclada con zumos, disuelta en un batido, concentrada en una barrita… así, sí. Debe ser que el subidón es mucho mayor.

Las primeras reacciones no se han hecho esperar. Viendo que no protege los huesos, Belén Rueda ha dicho que del mástil del barco se va a tirar tu prima la coja vestida de corto.

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